Aunque Julio Cortázar plasmó un mundo real con situaciones fantásticas y abrió nuestra imaginación con la ayuda del jazz, el arte y la literatura, siempre fue una personalidad enigmática, solitaria e ingeniosa, más que sus propios colegas. Entender a Cortázar es complicado. Incluso para los grandes lectores es difícil por la complejidad de sus metáforas y analogías y su manera tan particular de narrar, pero es gratificante captar su intención y su significado. Sus palabras precisas tocan fibras con facilidad, sea al describir un simple callejón o al ahondar en las dificultades del amor de pareja.
Rayuela, su obra maestra, es un fiel ejemplo de su inteligencia. La construcción de los personajes, sus miedos, sus pasiones y sus relaciones sociales se mezclan con reflexiones, poemas y relatos secundarios de Cortázar. Y al igual que en Libro de Manuel y los cuentos Bestiario y Deshoras, siempre fue un autor contracorriente y polémico por siempre querer (y lograr) romper los moldes clásicos de la escritura.
Aunque el cronopio (“un dibujo fuera del margen, un poema sin rimas”, era su definición de aquella palabra) dedicó su vida a las palabras, las entrevistas registradas también son una maravilla. Lo poco que hay del argentino en audio y en video se debería considerar un patrimonio latinoamericano, lleno de realidades, predicciones y consejos que el argentino recitó, sin pensar que quedarían para la eternidad. Lo más sorprendente es su elocuencia, su agilidad mental y la manera que articulaba las palabras, como si de paso estuviera escribiendo un libro mientras conversa; matando dos pájaros de un tiro.
Dos entrevistas en especial permiten entrever su genialidad: la charla junto a Joaquín Soler Serrano en el programa español A Fondo y el artículo Julio Cortázar, el último round de Martín Caparros, que se supone es la última que tuvo el literato. Dos meses después, el 12 de febrero de 1984, murió en París.
Por ello, recopilamos las mejores frases, apuntes y cuentos inéditos del escritor, que ayudan a entender por qué es uno de los referentes más grandes de la literatura latinoamericana. Si se antojan y entusiasman con sus palabras, les recomendamos echarle un ojo a sus obras. Esa es la forma más fácil de entender su legado.
- “Un escritor nunca llega a escribir lo que él quisiera escribir. Un libro más es en cierta medida un libro menos, menos en ese camino final de irte acercando al libro final y absoluto que nunca escribes”. Entrevista con Joaquín Soler
- “Probablemente de todos nuestro sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. (Rayuela, 1963)
- “Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. (Rayuela, 1963)
- “Uno de los caminos positivos de la humanidad es el mestizaje. Cuanto la fusión de raza sea mayor, más podremos eliminar los chovinismos, los patrioterismos, los nacionalismos de frontera. Absurdos e insensatos”. Entrevista con Joaquín Soler
- “Qué hermoso era saber que estabas ahí como un remanso, sola conmigo al borde de la noche, y que durabas, eras más que el tiempo”. (Después de las fiestas)
- “El hombre es el animal que pregunta. El día en que verdaderamente sepamos preguntar, habrá diálogo. Por ahora las preguntas nos alejan vertiginosamente de las respuestas”. (Rayuela, 1963)
- “Si se pudiera romper y tirar el pasado como un borrador de una carta o de un libro. Pero ahí queda siempre, manchando la copia en limpio, y yo creo que eso es el verdadero futuro”. (Cartas de mamá, 2012)
- “Cada vez sospecho más que estar de acuerdo es la peor de las ilusiones”. (Rayuela, 1963)
- “...y las manos de Rema que daban deseos de llorar y sentirlas eternamente contra su cabeza, en una caricia casi de muerte y de vainillas con crema, las dos mejores cosas de la vida”. (Bestiario, 1951)
- “Los jóvenes son mis mejores lectores. Con ellos tengo un contacto increíble, porque yo soy un viejo y jamás escribo con la perspectiva de la juventud, no hago un trabajo de tipo demagógico. Cuando escribí Rayuelayo era un ser totalmente anónimo, nadie me conocía o muy poco. Y lo escribí pensando como un hombre de 40 años que escribía para gente de 40 años, y resultó que esa gente no entendió gran cosa del libro”. Entrevista con Martín Caparros