Ángela Atuesta se llama a sí misma “multifacética” ya que en su catálogo se puede encontrar desde ilustración y animación, hasta grabado y murales. Y si bien dice que su estilo jamás ha estado definido, en sus obras es común encontrar representaciones de sus raíces afro, de comunidades que históricamente han sido vulneradas y mensajes que pretenden aportar a la memoria y generar consciencia social.
Cuando comenzó a estudiar artes plásticas en la Universidad de Los Andes se llevó una gran desilusión al darse cuenta de que mucho de este mundo estaba enfocado hacia exposiciones en galerías. No quería que su arte se limitara a “aparecer en una revista de gente millonaria” o a hacer decoraciones que estuvieran agarrando polvo en “la sala de alguien a quien no le importa”, de manera que comenzó a dirigir su trabajo hacia un concepto con el que pudiera aportarle algo a la comunidad. “El arte es una herramienta social e histórica transformadora que conmueve a muchos espíritus. Cuando uno lo usa con esos propósitos, pueden resultar pasando cosas muy interesantes”, dice.
Algunas de estas cosas han sido proyectos con diferentes programas de la ONU y organizaciones como Fondo Acción. Entre ellos se encuentran libros, folletos y murales que junto con sus trazos, han contribuido al reconocimiento de culturas indígenas o a resaltar el esfuerzo que hacen las poblaciones del país por la conservación del planeta.
También ha tenido la oportunidad de viajar a diferentes regiones de Colombia como Caldas y César, “trabajé en una comunidad que tenía un problema con una mina de carbón. Allí hicimos un mural con una línea de tiempo desde antes de que llegara la minería hasta ese momento. Era una vaina de por lo menos 25 años”. Pero su viaje más importante lo realizó el año pasado cuando gracias al Ministerio de Cultura, se ganó una beca para desarrollar algunos talleres de creación en Ndogpassi, un barrio popular de Camerún.
Estando allí fue testigo de primera mano de la marginalización a la que son sometidas las comunidades afro, “aunque Colombia es un video [sic], allá es como ver los estados de la miseria mucho más bajos naturalizados y también como un poco el castigo histórico del ser negro”. Pero pese a este golpe de realidad, Atuesta lo recuerda como una de las experiencias más valiosas que ha tenido en su vida.
Uno de los resultados de su visita al país centroafricano fue un mural que en español traduce “El movimiento artístico libre es para todos”, cuyo significado se materializó al ver con sus propios ojos que el arte es un lenguaje universal. A pesar de no hablar ni una pizca de francés, pudo comunicarse con decenas de niños mediante la pintura y el dibujo. “A los niños les fascina cuando les dices cómo se hace el color verde y eso significa el movimiento. La libertad de disfrutar creando que también te permite compartir”
Atuesta ya ha dejado su firma (“Negra”) en ciudades de diferentes países en diversos formatos y colores, y aunque las realidades de cada lugar sean distintas, la esencia de sus obras siempre tendrán la misma esencia. “Me gusta mucho el mantra feminista ‘lo personal es político’, porque yo me dedico a ser artista pero para mí es muy difícil no politizar las cosas, incluso en el diario vivir”, asevera.