“Las mujeres tienen cuatro veces más probabilidades que los hombres de decir que el sexo no fue placentero”, dice Alex Fine, CEO de Dame Products. Este fenómeno, que los investigadores han apodado “la brecha del placer”, inspiró la creación de la compañía de estadounidense. “Los hombres tienen más satisfacción sexual subjetiva en sus vidas que las mujeres”, continúa Fine. “Y podemos cambiar eso”
En 2014, Fine cofundó Dame Products con la directora técnica Janet Lieberman para “potenciar las experiencias sexuales de la mujer”. O, como Fine y Lieberman prefieren expresar su objetivo demográfico, “personas que tienen vulva”.
Ese año, antes de conocer a Lieberman, Fine, una sexóloga, notó la brecha entre el deseo del consumidor y los productos en el mercado y se propuso a llenarlo ella misma. “Desarmé otros vibradores y compré materiales de arte, como plástico que puedes moldear en tu cocina, e hice vibradores que daban miedo”.
Tuvo la idea al darse cuenta de que la vulva era capaz de sostener su propio vibrador. “Creo que lo primero que hice fue coger una moneda de 50 centavos, envolverla en celofán y ponerla entre mis labios vaginales. ¡Y se quedó ahí! Ese fue el comienzo, pensé: ‘Algo se puede quedar ahí’”.
El saber eso fue electrizante. “Literalmente corrí por mi casa. Mi marido estaba trabajando y le dije: ‘¡Mira lo que hice hoy!’”. Ese fue el comienzo de Eva, un vibrador que se puede usar sin las manos, ya sea estando sola o con una pareja en sexo penetrativo.
Luego Fine conoció a Lieberman, quien aportó su título y conocimientos de ingeniería mecánica para diseñar y fabricar Eva. El dúo se convirtió en Dame, y juntas se propusieron a diseñar productos destinados a usuarias solteras y en pareja.
“Diseñamos y nos centramos en la experiencia de la persona que tiene vulva, aunque no exclusivamente. Creo que lo hermoso del sexo es que, si una persona lo está disfrutando, por lo general hace que la otra persona lo disfrute más también. Es una experiencia realmente hermosa, cíclica, positiva y enérgica”, dice Fine.
“Siempre queremos utilizar el diseño y la ergonomía para que nuestros productos no sean la segunda o tercera persona en la habitación. Se mezclan con la experiencia, puedes concentrarte en tu conexión con una pareja o en tu conexión contigo misma”, dice Lieberman. Terminando el pensamiento de su compañera, como lo hacen seguido y luego Fine añade: “Creo que un buen instrumento es el que se siente como una extensión de ti cuando lo usas”.
Decidieron que parte de la ecuación para hacer el instrumento de intimidad perfecta fue averiguar lo que los consumidores reales estaban buscando. Así que comenzaron a enviar encuestas a sus clientes, primero a través de su boletín de noticias y ahora a través de Dame Labs, la comunidad de evaluadores de la compañía, a través de la cual Dame habla directamente con las usuarias.
Lieberman dice que “hay tan poca investigación sexual, que terminamos haciendo esa investigación, y cultivando la conversación que es fundamental para desestigmatizar la sexualidad y el sexo. Si queremos hacer mejores instrumentos, necesitamos entender mejor el problema”. Dice que la respuesta ha sido una lluvia de conversaciones de las personas con vulvas que han estado esperando toda su vida por esta oportunidad. “Hay muy pocos foros en los que puedes hablar de [sexo]. Todo el mundo lo reprime”.
Desde el principio su experiencia les ha enseñado que comenzar la conversación —y el marketing— con las personas que tienen vulva, da resultado. Esto quedó claro cuando decidieron financiar colectivamente su primer producto en 2014. “Nos dimos cuenta de que podíamos obtener la prueba conceptual sin tener dinero de inversionistas, y nos comprometimos a hacerlo”.
Inmediatamente, su campaña IndieGoGo fue inundada por consumidoras hambrientas de sus mensajes y productos. “Ganamos 575 mil dólares en 45 días”, dice Fine. Más tarde, su vibrador de dedos para parejas fue el primer juguete sexual en Kickstarter, un gran avance para una compañía de su tamaño y estatus. “Realmente pudimos demostrar que la gente quiere lo que estamos vendiendo, y que sabemos cómo hacer estos productos, sabemos cómo comercializarlos. Hemos pasado por todo eso sin recibir inversiones de alguien más. Y eso ha sido increíblemente poderoso”.
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“Diría que la financiación colectiva es increíblemente feminista”, reflexiona Fine. “Puedes recortar el patriarcado hasta cierto punto”.
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“Diría que la financiación colectiva es increíblemente feminista”, reflexiona Fine. “Puedes recortar el patriarcado hasta cierto punto”. El patriarcado al que se refieren es el que controla el capital de riesgo y, en su experiencia, canaliza el dinero principalmente a empresas dirigidas por hombres. “No es que no haya compañías dirigidas por mujeres”, dice Lieberman, “pero parece que más dinero va a las empresas dirigidas por hombres”.
La financiación es solo uno de los muchos lugares en los que han encontrado barreras a sus mensajes prosexo. Aunque Dame se ha convertido en una marca de bienestar sexual establecida en los últimos cinco años, el dúo todavía enfrenta obstáculos en sus intentos de comercializar sus productos. “Definitivamente tuvimos una batalla difícil intentando conseguir diferentes compañías privadas que nos permitan anunciarnos en sus plataformas”, dice Fine. Empresas como Facebook, Twitter, Instagram, Google y la Autoridad Metropolitana del Transporte han retrasado, negado o restringido su capacidad de comercializar abiertamente sus productos.
Paradójicamente, el equipo de Dame ha notado que los productos sexuales dirigidos a los hombres han tenido un éxito significativo en publicidad en esas mismas plataformas. “Veo a Facebook permitiendo que medicamentos para la disfunción eréctil y la disminución de la libido se anuncien”, continúa Fine. “Si solo promovemos más erecciones en el mundo, pero no fomentamos más orgasmos femeninos en el mundo... es inherentemente problemático. Estas regulaciones publicitarias no solo nos impiden avanzar, sino que en realidad están impidiendo que los consumidores entiendan cuáles son sus opciones, lo común que es y el normalizar la experiencia”.
La falta de apoyo para los juguetes sexuales centrados en las mujeres impulsó a Fine y Lieberman a traer mejores productos al mercado. Así que se pusieron a mejorar Eva. Enviaron encuestas a diez mil usuarias de Eva y obtuvieron 1.700 respuestas. Después de leer todos los comentarios, comenzaron a probar los cambios. El resultado fue el Eva II. “Es un poco más pequeño y un poco más ligero”, dice Fine. “Pudimos añadir detalles muy finos como la longitud de las alas, y agregar texturas a las alas para averiguar cómo se sostiene mejor”. Eva II también es resistente al agua y se carga de manera conductora.
Los comentarios también influyeron en la creación de nuevos productos, como Fin, que abordan otros problemas que tenían los consumidores. Fin, por ejemplo, es apto para parejas. “Teníamos algunas usuarias de Eva que dijeron que la amaban, pero deseaban que fuera más atractiva desde la perspectiva de la pareja”, dice Fine.
Sus productos son parte de la misión en curso de la compañía de cambiar el panorama de los juguetes sexuales para las mujeres. Las dos abordan el sexo con una alta dosis de curiosidad, manteniendo la inclusividad siempre presente. “No necesitamos exagerar. No necesitamos sexo para vender sexo. Solo tenemos que ser directas al respecto”.
Para ello, Fine y Lieberman están cultivando una conversación más abierta en torno al sexo y todos sus matices. “El sexo es una parte realmente poderosa y profunda de la existencia humana”, comenta Fine, “el no abordarla, no hablar abierta y honestamente al respecto, no entenderla o promover instrumentos para eso, ha sido perjudicial para mucha gente, especialmente mujeres”. Una vez que la conversación alrededor del placer femenino se normaliza, la comercialización de juguetes sexuales le seguirá orgánicamente.
“Se trata de hablar y ser honesta contigo misma y con tu pareja sobre tu placer sexual”, dice Fine. Cambiar la satisfacción sexual de las personas que tienen vulva requiere una honestidad radical de parte de todos, sin importar sus genitales.