Anita Pathammavong relata su experiencia posando para PLAYBOY
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Las flores llenan la piscina y yo respiro su aroma verde mientras algunos recortan sus tallos. Delante del lente puedo moverme, fluir y expresarme por completo.
Estoy desnuda. A mi alrededor la energía es fuerte.
La confianza que siento hoy es el resultado de un viaje en constante evolución de exploración y autoaceptación. Tengo un origen multicultural (tenía seis años cuando mi familia se fue de Laos y llegó a Estados Unidos) y siempre tuve una visión caleidoscópica de los estándares de belleza, de las expectativas sociales y de mi propia identidad.
Mi papá se mudó al estado de Virginia durante la guerra de Vietnam, y mi mamá fue a una escuela católica para niñas en Tailandia antes de irse a vivir a Washington, a los 17 años. Fui criada con opiniones bastante tradicionales sobre la feminidad y la sexualidad.
El sistema escolar estadounidense no fue de mucha ayuda, y mi relación con mi cuerpo la aprendí de la televisión. Gracias a la curiosidad y al aprendizaje colectivo llegué por fin a un lugar donde me sentía más cómoda con mi propia piel. ¡Incluso hoy, a los 23 años, todavía estoy aprendiendo cosas nuevas sobre mi cuerpo!
Después del colegio me fui a Nueva York y de inmediato me enamoré del ritmo y la intensidad de la ciudad. Pero, cuando comencé a modelar, tuve que competir en una industria que priorizaba los cuerpos delgados y las características europeas. He luchado contra esos prejuicios durante la mayor parte de mi carrera.
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“Las personas deberían abrir revistas y ver modelos de todas las formas, tamaños y etnias. Deben poder ver imágenes de mujeres con las que puedan identificarse”
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La verdad es que ha cambiado, pero no quiero que las empresas sean incluyentes simplemente porque es una tendencia. Quiero que la gente tenga estas conversaciones, aunque sean incómodas; así es como cambian las perspectivas. Las personas deberían abrir revistas y ver modelos de todas las formas, tamaños y etnias. Deben poder ver imágenes de mujeres con las que puedan identificarse.
Creo que la empatía es el primer paso hacia la igualdad. No podemos permitir más discriminación y dejar que el privilegio divida a las personas. Necesitamos tomarnos el tiempo para escuchar y educar en lugar de actuar desde el dolor y la rabia.
Por eso, uno de mis sueños es invertir en Laos. Mi papá y yo tenemos un plan para abrir un orfanato y contratar maestros, porque el sistema educativo no termina el bachillerato. También quiero fundar una ONG que recaude dinero para eliminar las minas antipersona que aún están enterradas a lo largo de la frontera entre Laos y Vietnam.
Soy una modelo con curvas, una mujer con una combinación de raíces del sudeste asiático, nativas americanas y europeas. Estoy orgullosa de ser quien soy.