Tomado de la entrevista de 1975
Todos los años, más o menos, la industria del cine estadounidense sale con un nuevo y talentoso joven director cuya película actual es aclamada como la mejor de la historia; por lo general se ve a sí mismo una celebridad de la noche a la mañana, el preferido de los programas de entrevistas nocturnos y revistas. Pocos merecen ese trato y aún menos logran sobrevivirlo. El último de los directores más queridos de Hollywood es un vigoroso hombre de 36 años llamada Francis Ford Coppola, quien fue la noticia del año al ser nominado a cinco premios de la Academia, y ganar tres de ellos.
Coppola delega voluntariamente el mando y escucha consejos, pero se siente capaz de emprender casi cualquier cosa interesante que se le ocurra. También creó su propia compañía de distribución, compró un pequeño cine (donde planea producir y dirigir sus propias obras, así como las de otros), está en el negocio de bienes raíces, y publica una revista quincenal llamada City, que aspira hacer por San Francisco lo que Nueva York hace por su área. Disfruta de una cálida vida hogareña con su esposa que es artista, Eleanor, y sus tres niños, así como una vida social activa con un amplio grupo de amigos y compinches a quienes llama “la familia”. Para más información sobre este artista magnate, PLAYBOY asignó al colaborador William Murray para entrevistarlo.
COPPOLA: Esta es mi última entrevista.
PLAYBOY: ¿Por qué?
COPPOLA: Hace poco decidí que es suficiente. Básicamente, solo hay una historia que puedo contar y ya la he contado. Creo que es hora de que siga mi propio camino, por respeto al público.
PLAYBOY: Muy bien, comencemos con los Óscar que se llevó El padrino II. ¿Cómo se sintió irse con tantos premios?
COPPOLA: Hace dos años fui a la ceremonia y me sentía indiferente, no me importaba. Pensaba que El padrino ganaría la mayoría de los premios, pero ¿qué tan importante era el Óscar? Entonces quedó claro que Cabaret se estaba llevando todos los premios y de repente quise ganar desesperadamente. Cuando no lo hice, me deprimí mucho, pensé que nunca haría otra película que ganara un Óscar. Iba a hacer películas pequeñas y personales, del tipo que rara vez gana premios. Quería irme como un ganador.
Este año, pensé que Chinatown se los llevaría todos. Tenía dos películas nominadas —El padrino II y La conversación— y pensé que eso dividiría mi voto. Me causaba curiosidad la idea de perder dos veces después de acercarme tanto, lo que podría ser un récord en sí mismo. Así que, cuando todo sucedió, estaba tan eufórico que no sabía qué hacer. Nunca esperé el premio a Mejor Película. Sentí que El padrino II fue demasiado exigente, demasiado compleja, pero cuando ganó, sentí que los miembros me decían que apreciaban el hecho de que habíamos intentado hacer una película con integridad.
PLAYBOY: ¿Qué pensó cuando Bert Schneider, el productor del documental antibérico Hearts and Minds, leyó un telegrama de un representante de Viet Cong?
COPPOLA: Mucha gente votó por Hearts and Minds como mejor documental, no porque fuera una gran película, sino por lo que la película dijo. Así que, cuando Schneider aceptó el premio, ciertamente era apropiado que comentara sobre lo que la película estaba diciendo. No era como si le estuvieran dando un premio como mejor bailarín de tap solo para darse la vuelta y dar un discurso político. La academia estaba aprobando ese documental, lo estaba recompensando por el mensaje que transmitía. Así que su declaración fue la respuesta a eso.
PLAYBOY: El incidente causó un gran alboroto. Personalmente, ¿cómo se sintió al respecto?
COPPOLA: Imagínese, en 1975, recibiendo un telegrama de un supuesto enemigo que está extendiendo una mano de amistad al pueblo estadounidense. Después de lo que le hicimos al pueblo vietnamita, uno pensaría que no nos perdonarían por 300 años. Obtener este mensaje positivo, humano y optimista, para mí, fue una idea muy hermosa, fue abrumador. Si el telegrama hubiera dicho: “Ustedes perros yanquis nos han estado matando durante 30 años y ahora los tenemos, ¡jódanse!”, no lo habría leído, pero no decía eso.
En cuanto al alboroto causado por la lectura de Frank Sinatra de la aclaración sobre sus reacciones y las de Bob Hope, bueno, los hombres a esa edad no pueden entender lo que un mensaje como ese realmente significa. No les interesa la verdad, todavía piensan que todos los comunistas son malos, incluso menos que humanos. Cuando la gente está en contra de algo, ni siquiera escucha.
PLAYBOY: Su carrera como director ha sido pavimentada por las dos películas de El Padrino, y la mayoría de los críticos parecen haber reconocido lo que usted intentaba hacer con los filmes, pero ninguno ha hablado bien de la novela ni de su autor, Mario Puzo. De hecho, Pauline Kael de The New Yorker dice que el libro es una basura. ¿Hizo dos películas buenas a partir de basura?
COPPOLA: Cuando me ofrecieron por primera vez el proyecto, empecé a leer el libro y solo leí como 50 páginas. Pensé que era una novela popular, sensacionalista y bastante barata. Llegué a la parte del cantante supuestamente inspirado en Frank Sinatra y a la chica que le gustaba tanto a Sonny Corleone porque su vagina era enorme, ¿recuerdas esas cosas del libro? Nunca aparecieron en la película. De todos modos, dije: “Dios, ¿qué es esto? ¿Los carpetbagger [término políticamente peyorativo sobre los norteños que se mudaron al sur en el siglo XIX]?”, así que dejé de leerlo y no acepté.
Cuatro o cinco meses después, me volvieron a ofrecer la oportunidad de trabajar en ello y en ese momento tenía problemas financieros con mi propia compañía en San Francisco, así que leí más. Luego me metí en la verdadera trama del libro; la historia de la familia, este padre y sus hijos, y las cuestiones de poder y sucesión, y pensé que era una historia fantástica, si podías quitar las otras cosas. Decidí que no solo podría ser una película de éxito, sino también una buena película. Quería concentrarme en el tema central, y eso es lo que intenté hacer.
El hecho es que no era basura. Como yo, al comienzo Mario lo hizo por el dinero, es muy honesto al respecto. Pero si las dos películas son fuertes, es porque lo que Mario puso originalmente en su libro, era fuerte y válido. Por cierto, el propio Mario no cree que El Padrino sea su mejor libro, pero es el único que vendió muy bien. Le tengo un gran respeto a Mario, creó la historia, creó los personajes, incluso en la segunda parte, de la que escribí más que para la primera. Pero todos los elementos clave vuelven a su libro.
PLAYBOY: ¿Trabajaron juntos en los guiones?
COPPOLA: Nunca. Yo hacía el primer borrador, se lo enviaba y él hacía correcciones, reescribía y cambiaba todo lo que quisiera. Me lo devolvía, y luego lo volvía a editar. Iba y venía. Trabajamos de maneras totalmente diferentes. Es mucho más perezoso que yo, creo que él lo admitió. Lo principal que tenemos en común es que a los dos nos gusta jugar al bacará y jugar a los dados. Me agrada mucho.
PLAYBOY: Como usted no era un director famoso en ese momento, ¿por qué Paramount lo contactó para hacer la película?
COPPOLA: El libro aún no había causado una impresión. Muchos directores, entre ellos Richard Brooks y Costa-Gavras, ya lo habían rechazado. En ese momento, yo tenía una reputación interesante como director que podía hacer una película de manera rentable. Además, era escritor e italiano, así que parecía una decisión inteligente.
PLAYBOY: ¿Había escuchado algo sobre El Padrino antes de leerlo y odiarlo?
COPPOLA: Sí, y es una historia extraña. Un domingo por la tarde estaba sentado en mi casa en San Francisco leyendo The New York Times, y vi el anuncio de un nuevo libro. No sabía de qué se trataba solo con portada del libro, parecía algo serio. Pensé que podría ser una obra intelectual de un nuevo autor italiano llamado Mario Puzo, así que recorté el anuncio, iba a averiguar más. En ese momento, Peter Bart, un amigo mío, vino con alguien que nunca había conocido antes: Al Ruddy, quien más tarde se convirtió en productor de El Padrino, pero en ese momento no tenía nada que ver con el proyecto. Empezamos a hablar y Peter mencionó un libro que acababa de escuchar: El Padrino de Mario Puzo y nos explicó de qué se trataba. Yo no tenía ningún interés en filmar un best seller, así que le dije: “Acabo de ver un anuncio del libro”. En ese momento, sonó el teléfono y era Marlon Brando. Me había puesto en contacto con él para preguntarle si podría enviar por el guion de La conversación, el cual había escrito con él en mente. Solo me llamaba para decirme que le enviara el guion.
Todo eso sucedió en una tarde. Un par de meses después, Al Ruddy fue nombrado productor de El Padrino, recibí mi primera oferta para dirigirlo y Marlon Brando pronto obtendría el papel protagónico. Todavía me parece extraño que todos los elementos se juntaran en mi casa esa tarde.
PLAYBOY: Cuando decidió dirigir la película, ¿cómo consiguió a Brando para el papel principal?
COPPOLA: Entrevisté a unas dos mil personas y grabamos a todos los actores italianos de edad avanzada que existían. Pero quedó claro que se requería a un actor de tal magnetismo, tal carisma… el simple acto de entrar en una habitación tenía que ser todo un evento. Llegamos a la conclusión de que si un actor italiano llegaba a los 70 años sin hacerse famoso por sí solo, no tendría el aire de autoridad que necesitábamos. Robert Evans, que estaba a cargo de la producción en Paramount, quería a Carlo Ponti y era una idea interesante: conseguir a alguien ya importante en la vida o algo así. Pero finalmente pensamos que lo que teníamos que hacer era contratar al mejor actor del mundo, así de simple. Todo se redujo a Laurence Olivier y Marlon Brando, quienes son los mejores actores del mundo. Le dimos vueltas a la idea, y finalmente llamé a Mario para preguntarle. Me dijo que, irónicamente, había pensado en Brando como el Padrino desde siempre y, de hecho, le había escrito una carta al respecto dos años atrás. Brando parecía demasiado joven, incluso para mí, pero a veces cuando te la juegas y conectas con alguien —Mario, en este caso— dices: “Es una señal de Dios”. Así que lo redujimos a Brando; él había rechazado el papel en La conversación unos meses atrás, pero después de haber leído El Padrino, volvió a llamar y dijo que estaba interesado, que pensaba que era una parte deliciosa: usó esa palabra, deliciosa.
PLAYBOY: Una última pregunta: Usted ha dicho que nunca hará una tercera parte. Pero, ¿la historia de Michael Corleone terminó?
COPPOLA: Nueve de cada 10 veces la gente que dice que nunca hará algo que termina haciendo. Ahora mismo, no quiero hacer otra secuela. Pero quizá dentro de 30 años, cuando yo y todos los actores hayamos envejecido, entonces podría ser divertido echar otro vistazo.